Romanos
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
Romanos capítulo 1
1 Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios,
2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,
3 acerca de su Hijo (que era del linaje de David según la carne,
4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de los muertos), nuestro Señor Jesucristo,
5 por quien recibimos la gracia y el apostolado para la obediencia de la fe en todas las naciones por amor de su nombre,
6 entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo;
7 a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
8 Primeramente doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo por todos vosotros, de que se divulga vuestra fe en todo el mundo.
9 Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, que sin cesar me acuerdo de vosotros siempre en mis oraciones,
10 rogando que de alguna manera ahora, al fin, pueda tener, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros.
11 Porque deseo veros, para compartir con vosotros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados;
12 esto es, para ser juntamente confortado con vosotros por la fe que nos es común a vosotros y a mí.
13 Mas no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido impedido), para tener también entre vosotros algún fruto, así como entre los demás gentiles.
14 A griegos y a bárbaros, a sabios y a no sabios soy deudor.
15 Así que, en cuanto a mí, dispuesto estoy a anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.
16 Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego.
17 Porque la justicia de Dios se revela en él de fe en fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, los cuales detienen la verdad con injusticia;
19 porque lo que de Dios se conoce, les es manifiesto, porque Dios se lo manifestó.
20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y divinidad, se ven claramente desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas, de modo que son inexcusables;
21 porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
22 Afirmando ser sabios, se hicieron necios,
23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves, y de cuadrúpedos, y de reptiles.
24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron sus cuerpos entre sí;
25 los cuales cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y sirviendo a las criaturas antes que al Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.
26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza;
27 y del mismo modo también los hombres, dejando el uso natural de las mujeres, se encendieron en sus concupiscencias los unos con los otros, cometiendo cosas vergonzosas hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la recompensa que convino a su error.
28 Y como a ellos no les pareció bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer lo que no conviene,
29 estando llenos de toda injusticia, de fornicación, de malicia, de avaricia, de maldad; repletos de envidia, de homicidios, de contiendas, de engaños, de malignidades;
30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,
31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;
32 los cuales, habiendo entendido el juicio de Dios, que los que hacen tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que aun se complacen con los que las hacen.
Romanos capítulo 2
1 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, porque tú que juzgas haces lo mismo.
2 Pero sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que hacen tales cosas.
3 ¿Y piensas esto, oh hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, y paciencia, y longanimidad, ignorando que la benignidad de Dios te guía al arrepentimiento?
5 Mas por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios;
6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
7 la vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria y honra e inmortalidad;
8 pero enojo e ira a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;
9 tribulación y angustia sobre toda alma humana que obra lo malo, del judío primeramente y también del griego;
10 pero gloria y honra y paz a todo el que obra el bien, al judío primeramente y también al griego.
11 Porque para Dios no hay acepción de personas.
12 Porque todos los que sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados;
13 porque no son los oidores de la ley los justos para con Dios, sino que los hacedores de la ley serán justificados.
14 Porque cuando los gentiles, que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos;
15 los cuales muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándolos o excusándolos sus pensamientos unos a otros;
16 en el día en que juzgará Dios los secretos de los hombres por Jesucristo, conforme a mi evangelio.
17 He aquí, tú tienes el nombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios,
18 y conoces su voluntad, y apruebas lo mejor, instruido por la ley;
19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,
20 instructor de los que no saben, maestro de niños, que tienes en la ley la forma del conocimiento y de la verdad.
21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?
22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas a los ídolos, ¿cometes sacrilegio?
23 Tú que te jactas de la ley, ¿con transgresión de la ley deshonras a Dios?
24 Porque el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los gentiles, como está escrito.
25 Porque la circuncisión en verdad aprovecha si guardares la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión.
26 De manera que si el incircunciso guardare los preceptos de la ley, ¿no será contada su incircuncisión como circuncisión?
27 Y el que es incircunciso por naturaleza, guardando perfectamente la ley, te juzgará a ti, que con la letra y con la circuncisión eres transgresor de la ley.
28 Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que lo es exteriormente en la carne;
29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu y no en letra; la alabanza del cual no es de los hombres, sino de Dios.
Romanos capítulo 3
1 ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión?
2 Mucho, en todas maneras. Lo primero, ciertamente, que las palabras de Dios les han sido confiadas.
3 ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Acaso la incredulidad de ellos habrá hecho nula la fidelidad de Dios?
4 De ninguna manera; antes bien, sea Dios veraz, mas todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando seas juzgado.
5 Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre).
6 De ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?
7 Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador?
8 ¿Y por qué no decir (como somos calumniados, y como algunos afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes? La condenación de los tales es justa.
9 ¿Qué, pues? ¿Somos mejores que ellos? En absoluto; porque ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.
10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
11 no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.
12 Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno.
13 Sepulcro abierto es su garganta; con sus lenguas tratan engañosamente; veneno de áspides está debajo de sus labios;
14 su boca está llena de maldición y de amargura;
15 sus pies son ligeros para derramar sangre;
16 destrucción y miseria hay en sus caminos;
17 y no conocieron camino de paz;
18 no hay temor de Dios delante de sus ojos.
19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo se sujete al juicio de Dios,
20 por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada delante de él; porque por la ley es el conocimiento del pecado.
21 Pero ahora, sin la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
22 la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos y sobre todos los que creen en él; porque no hay diferencia,
23 por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios;
24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús;
25 a quien Dios ha puesto como propiciación por la fe en su sangre, para demostrar su justicia, a causa de haber pasado por alto los pecados pasados,
26 en la paciencia de Dios, para demostrar su justicia en este tiempo, a fin de que él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Es excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe.
28 Así que concluimos que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley.
29 ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Sí, también de los gentiles.
30 Porque Dios es uno, el cual justificará por la fe a los de la circuncisión y por medio de la fe a los de la incircuncisión.
31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? De ninguna manera; antes bien establecemos la ley.
Romanos capítulo 4
1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, mas no para con Dios.
3 Porque ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fue atribuido a justicia.
4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda.
5 Mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre al cual Dios atribuye justicia sin obras,
7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.
8 Bienaventurado el varón al cual el Señor no imputa pecado.
9 ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
10 ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión.
11 Y recibió la señal de la circuncisión, el sello de la justicia de la fe que tuvo estando en la incircuncisión, para que fuera padre de todos los creyentes no circuncidados, para que también a ellos les sea contado por justicia;
12 y padre de la circuncisión, no solamente para los que son de la circuncisión, sino también para los que siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham siendo aún incircunciso.
13 Porque la promesa a Abraham o a su descendencia, que sería heredero del mundo, no fue dada por la ley sino por la justicia de la fe.
14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana es la fe y anulada es la promesa.
15 Porque la ley produce ira; pues donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
16 Por eso es por la fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda la descendencia, no solamente al que es de la ley, sino también al que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros
17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas naciones), delante de Dios a quien creyó, quien da vida a los muertos y llama las cosas que no son como si fueran.
18 Él creyó en esperanza contra esperanza, para venir a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que le había sido dicho: Así será tu descendencia.
19 Y no se debilitó en la fe, ni consideró su cuerpo ya como muerto (siendo de casi cien años), ni el amortecimiento de la matriz de Sara.
20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios; antes fue fortalecido en la fe, dando gloria a Dios,
21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.
22 Por lo cual también le fue atribuido a justicia.
23 Y no solamente por causa de él fue escrito que le fue imputado,
24 sino también por causa de nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor,
25 quien fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Romanos capítulo 5
1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
5 y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7 Ciertamente apenas muere alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
9 Pues mucho más, estando ahora justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
10 Porque si, siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
12 Por tanto, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte; también así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
13 Porque hasta la ley, el pecado estaba en el mundo; pero no habiendo ley, no se imputa pecado.
14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
15 Mas el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, mucho más abundó a los muchos la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo.
16 Ni fue la dádiva como la transgresión de aquel uno que pecó; porque el juicio a la verdad vino de un solo pecado para condenación, pero el don vino de muchos delitos para justificación.
17 Porque si por el delito de uno reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
18 Así que, de la manera que por un delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por un acto de justicia vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida.
19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos.
20 Mas la ley entró para que el pecado abundara; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia,
21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
Romanos capítulo 6
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
2 De ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
4 Porque hemos sido sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos más al pecado.
7 Porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado.
8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él.
10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez para siempre; pero en cuanto vive, para Dios vive.
11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de injusticia; antes presentaos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? De ninguna manera.
16 ¿No sabéis que a quien os presentáis vosotros mismos como siervos para obedecerlo, sois siervos de aquel que obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
17 Pero gracias a Dios que, aunque fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
18 y libertados del pecado, fuisteis hechos siervos de la justicia.
19 Hablo en términos humanos, por la debilidad de vuestra carne; porque como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
20 Porque cuando erais siervos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
21 ¿Qué fruto, pues, teníais entonces de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
22 Pero ahora, libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Romanos capítulo 7
1 ¿O ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que él vive?
2 Porque la mujer que está sujeta a marido, mientras el marido vive, está ligada por la ley; pero muerto el marido, queda libre de la ley del marido.
3 Así que, mientras viva el marido, se la llamará adúltera si fuere de otro hombre; mas si su marido muriere, es libre de la ley, de tal manera que no será adúltera si fuere de otro hombre.
4 Así también vosotros, hermanos míos, estáis muertos a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones de los pecados que eran por medio de la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.
6 Pero ahora estamos libres de la ley, habiendo muerto a aquella en la cual estábamos sujetos, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu, y no en la vejez de la letra.
7 ¿Qué, pues, diremos? ¿La ley es pecado? De ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por medio de la ley; porque tampoco habría conocido la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás.
8 Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, obró en mí toda concupiscencia; porque sin la ley el pecado está muerto.
9 Así que yo sin la ley vivía en un tiempo; mas al venir el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.
10 Y hallé que el mandamiento que era para vida me fue para muerte;
11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.
12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno.
13 ¿Luego lo que es bueno ha venido a ser muerte para mí? De ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, por medio de lo bueno obró en mí la muerte, a fin de que el pecado llegara a ser sobremanera pecaminoso por medio del mandamiento.
14 Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la sujeción del pecado.
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que yo ya no hago aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí (esto es, en mi carne) no mora el bien; porque el querer está en mí, mas el hacer el bien no lo alcanzo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley, que el mal está en mí.
22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23 mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
24 ¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?
25 Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado.
Romanos capítulo 8
1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
4 para que la justicia de la ley fuera cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
5 Porque los que son conforme a la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu.
6 Porque la intención de la carne es muerte, pero la intención del Espíritu, vida y paz;
7 por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.
8 Así que los que están en la carne no pueden agradar a Dios.
9 Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él.
10 Mas si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado, pero el espíritu vive a causa de la justicia.
11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo de los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;
13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
15 Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
16 Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.
17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
18 Porque tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son dignas de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada.
19 Porque el continuo anhelo de la creación espera la manifestación de los hijos de Dios.
20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza,
21 pues también la misma creación será libertada de la servidumbre de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora.
23 Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
24 Porque en esperanza somos salvos; mas la esperanza que se ve no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
26 Y asimismo también el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, sino que el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles.
27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
30 Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.
31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
32 El que aun a su propio Hijo no eximió, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica.
34 ¿Quién es el que los condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Romanos capítulo 9
9 Verdad digo en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo,
2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
3 Porque deseara yo mismo ser apartado de Cristo por mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;
4 que son israelitas, de los cuales es la adopción, y la gloria, y los pactos, y la promulgación de la ley, y el culto, y las promesas;
5 de quienes son los padres, y de los cuales es Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
6 No que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que son de Israel son Israel;
7 ni por ser descendencia de Abraham, son todos hijos, sino: En Isaac te será llamada descendencia.
8 Esto es: no los que son los hijos de la carne, estos son los hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son contados por descendencia.
9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre
11 (porque no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que permaneciera el propósito de Dios conforme a la elección, no por las obras sino por el que llama),
12 le fue dicho: El mayor servirá al menor.
13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? De ninguna manera.
15 Mas a Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me compadeceré.
16 Así que no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
18 De manera que del que quiere, tiene misericordia, y al que quiere, endurece.
19 Me dirás entonces: ¿Por qué todavía inculpa? Porque, ¿quién ha resistido a su voluntad?
20 Antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá acaso el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así?
21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
23 y quiso también hacer notorias las riquezas de su gloria para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria;
24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
25 Como también dice en Oseas: Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo mío; y a la no amada, amada.
26 Y será que, en el lugar donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente.
27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, sólo el remanente será salvo.
28 Porque una obra consumada y breve en justicia, una obra abreviada hará el Señor sobre la tierra.
29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.
30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por la fe;
31 mas Israel, que iba tras la ley de justicia, no ha alcanzado la ley de justicia.
32 ¿Por qué? Porque la seguían no por la fe, sino como por las obras de la ley, por lo cual tropezaron en la piedra de tropiezo,
33 como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de escándalo; y todo aquel que crea en él no será avergonzado.
Romanos capítulo 10
1 Hermanos, ciertamente la voluntad de mi corazón y mi oración a Dios por Israel es para salvación.
2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a conocimiento.
3 Porque ignorando la justicia de Dios y procurando establecer su propia justicia, no se han sujetado a la justicia de Dios.
4 Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
5 Porque Moisés escribe de la justicia que es por la ley: El hombre que haga estas cosas vivirá por ellas.
6 Mas la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);
7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).
8 Mas, ¿qué dice? Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón, esto es, la palabra de fe que predicamos:
9 Si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.
10 Porque con el corazón se cree para justicia, mas con la boca se confiesa para salvación.
11 Porque la Escritura dice: Todo aquel que en él cree no será avergonzado.
12 Porque no hay diferencia entre judío y griego; pues el mismo que es Señor de todos es rico para con todos los que lo invocan;
13 porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo.
14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio de la paz, de los que anuncian el evangelio de las cosas buenas!
16 Pero no todos obedecieron al evangelio, pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
18 Mas digo: ¿No han oído? Antes bien, por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los confines de la tierra sus palabras.
19 Mas digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; con un pueblo insensato os provocaré a ira.
20 E Isaías se atreve a decir: Fui hallado de los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por mí.
21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.
Romanos capítulo 11
1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? De ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.
2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual antes conoció. ¿O no sabéis lo que dice la Escritura acerca de Elías? Cómo habló a Dios contra Israel, diciendo:
3 Señor, a tus profetas han matado y tus altares han derribado; y solo yo he quedado, y procuran matarme.
4 Pero, ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.
5 Así también, aún en este tiempo ha quedado un remanente según la elección de gracia.
6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.
7 ¿Qué, pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero la elección lo ha alcanzado, y los demás fueron endurecidos;
8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos para que no vean y oídos para que no oigan, hasta el día de hoy.
9 Y David dice: Sea vuelta su mesa en lazo, y en red, y en tropezadero, y en retribución a ellos;
10 sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y dobla sus espaldas siempre.
11 Digo, pues: ¿Han tropezado para que cayeran? De ninguna manera; mas por la transgresión de ellos vino la salvación a los gentiles, para provocarlos a celos.
12 Y si la transgresión de ellos es la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más la plenitud de ellos?
13 Porque a vosotros hablo, gentiles. En cuanto yo soy apóstol de los gentiles, mi ministerio honro,
14 por si en alguna manera provocara a celos a los de mi carne, e hiciera salvos a algunos de ellos.
15 Porque si el rechazo de ellos es la reconciliación del mundo, ¿qué será su recibimiento, sino vida de entre los muertos?
16 Y si las primicias son santas, también lo es toda la masa; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.
17 Mas si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho copartícipe de la raíz y de la grosura del olivo,
18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.
19 Dirás, pues: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.
20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, antes teme;
21 porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, teme, no sea que a ti tampoco te perdone.
22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permanecieres en su bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.
23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados; pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.
24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más estos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes acerca de vosotros mismos: que el endurecimiento en parte ha acontecido a Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
26 y así todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, y quitará de Jacob la impiedad.
27 Y este será mi pacto con ellos, cuando quite sus pecados.
28 Así que, en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.
29 Porque sin arrepentimiento son los dones y el llamamiento de Dios.
30 Porque como también vosotros en otro tiempo no creísteis a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la incredulidad de ellos;
31 así también estos ahora no han creído, para que, por la misericordia para con vosotros, ellos también alcancen misericordia.
32 Porque Dios encerró a todos en incredulidad, para tener misericordia de todos.
33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!
34 Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
35 ¿O quién le dio a él primero, para que luego le sea pagado?
36 Porque de él, y por él, y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
Romanos capítulo 12
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
2 Y no os conforméis a este siglo, sino sed transformados por la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no piense de sí más de lo que debe pensar, sino que piense con templanza, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función;
5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y cada uno, miembros los unos de los otros.
6 Teniendo, pues, diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
7 si el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza;
8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, hágalo en simplicidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
9 El amor sea sin fingimiento; aborreciendo lo malo, adhiriéndoos a lo bueno;
10 amándoos los unos a los otros con amor fraternal; dándoos preferencia con honra los unos a los otros;
11 en cuanto a diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu; sirviendo al Señor;
12 gozosos en la esperanza; pacientes en la tribulación; constantes en la oración;
13 compartiendo para las necesidades de los santos; siguiendo la hospitalidad.
14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis.
15 Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran.
16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino acomodándoos a los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.
18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
19 Amados, no os venguéis vosotros mismos, antes dad lugar a la ira, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Romanos capítulo 13
1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de Dios, y las autoridades que hay, por Dios han sido ordenadas.
2 Así que el que se opone a la autoridad, a la ordenanza de Dios se resiste; y los que se resisten recibirán condenación para sí mismos.
3 Porque los magistrados no están para infundir temor a las buenas obras, sino a las malas. ¿Quieres, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella,
4 porque es ministro de Dios para tu bien. Mas si hicieres lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, porque es ministro de Dios, vengador para ejecutar su ira al que hace lo malo.
5 Por lo cual es necesario que le estéis sujetos, no solamente por la ira, sino también por la conciencia.
6 Porque por esto pagáis también los tributos, porque son ministros de Dios que sirven a esto mismo.
7 Pagad, pues, a todos lo que se les debe: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que temor, temor; al que honra, honra.
8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al otro ha cumplido la ley.
9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y si hay algún otro mandamiento, en esta palabra se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
11 Y esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
12 La noche está avanzada, y se acerca el día; dejemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos de la armadura de la luz.
13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en fornicaciones y lujurias, no en contiendas y envidia;
14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne en sus deseos.
Romanos capítulo 14
1 Recibid al débil en la fe, pero no para contiendas sobre opiniones.
2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.
3 El que come no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios lo ha recibido.
4 ¿Tú quién eres, que juzgas al siervo ajeno? Para su señor está en pie o cae; pero estará firme, pues poderoso es Dios para afirmarlo.
5 Uno hace diferencia entre día y día, otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su mente.
6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, no lo hace para el Señor. El que come, come para el Señor, porque da gracias a Dios; y el que no come, no come para el Señor, y da gracias a Dios.
7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.
9 Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.
10 Mas tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios.
12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
13 Así que no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien juzgad esto: no poner tropiezo o escándalo al hermano.
14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada hay inmundo en sí mismo; pero para aquel que piensa que alguna cosa es inmunda, para él es inmunda.
15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No destruyas con tu comida a aquel por quien Cristo murió.
16 No sea, pues, blasfemado vuestro bien;
17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo.
18 Porque el que en esto sirve a Cristo es agradable a Dios y aprobado por los hombres.
19 Así que sigamos las cosas que contribuyen a la paz y a la edificación de los unos a los otros.
20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come.
21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o sea debilitado.
22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.
23 Pero el que duda, si comiere, es condenado, porque no comió por fe; y todo lo que no es de fe es pecado.
Romanos capítulo 15
1 Así que nosotros, los que somos fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos.
2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para edificación.
3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperan cayeron sobre mí.
4 Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas, a fin de que, por la paciencia y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
5 Mas el Dios de la paciencia y de la consolación os dé un mismo sentir entre vosotros según Cristo Jesús;
6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió para gloria de Dios.
8 Digo, pues, que Cristo Jesús fue hecho ministro de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres,
9 y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre.
10 Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo.
11 Y otra vez: Alabad al Señor, todos los gentiles, y magnificadlo, todos los pueblos.
12 Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, el que se levantará para regir a los gentiles; los gentiles esperarán en él.
13 Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.
14 Pero yo mismo estoy seguro de vosotros, hermanos míos, que también vosotros estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.
15 Mas os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que me es dada por Dios
16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.
17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere.
18 Porque no osaría hablar de alguna cosa que Cristo no haya hecho por mí para la obediencia de los gentiles, con palabras y con obras,
19 con poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta Ilírico he predicado plenamente el evangelio de Cristo.
20 Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo hubiera sido nombrado antes, para no edificar sobre fundamento ajeno,
21 sino, como está escrito: Aquellos a quienes no les fue anunciado acerca de él, verán; y los que no oyeron de él, entenderán.
22 Por esta causa también he sido impedido muchas veces de ir a vosotros.
23 Mas ahora, no teniendo más lugar en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros,
24 cuando parta para España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado hacia allá por vosotros, si primero hubiere disfrutado un poco de vosotros.
25 Mas ahora parto a Jerusalén para ministrar a los santos,
26 porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta para los pobres de los santos que están en Jerusalén.
27 Porque les pareció bien, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, ellos también deben servirlos en los materiales.
28 Así que, cuando haya concluido esto y les haya consignado este fruto, pasaré entre vosotros de camino a España.
29 Y sé que cuando llegue a vosotros, llegaré con la abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.
30 Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis con oraciones a Dios por mí,
31 para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta;
32 para que llegue a vosotros con gozo por la voluntad de Dios, y que encuentre reposo juntamente con vosotros.
33 Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén.
Romanos capítulo 16
1 Os encomiendo a nuestra hermana Febe, la cual está al servicio de la iglesia que está en Cencrea;
2 para que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos y a mí mismo.
3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús
4 (que expusieron sus cuellos por mi vida; a los cuales no doy gracias yo sólo, sino también todas las iglesias de los gentiles);
5 asimismo a la iglesia que está en su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo.
6 Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros.
7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros en la cautividad, los cuales son insignes entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.
8 Saludad a Amplias, amado mío en el Señor.
9 Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y a Estaquis, amado mío.
10 Saludad a Apeles, aprobado en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo.
11 Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor.
12 Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor.
13 Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía.
14 Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los hermanos que están con ellos.
15 Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpas, y a todos los santos que están con ellos.
16 Saludaos los unos a los otros con beso santo. Os saludan las iglesias de Cristo.
17 Os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan disensiones y escándalos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y apartaos de ellos.
18 Porque los tales no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y halagos engañan los corazones de los simples.
19 Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo por vosotros; mas quiero que seáis sabios para el bien y sencillos para el mal.
20 Y el Dios de paz quebrantará pronto a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.
21 Os saludan Timoteo, mi colaborador, y Lucio y Jasón y Sosípater, mis parientes.
22 Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor.
23 Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto.
24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
25 Y al que es poderoso para confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio encubierto desde tiempos eternos,
26 pero manifestado ahora y, por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, dado a conocer a todas las naciones para la obediencia de la fe,
27 al único sabio Dios, sea la gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.