
La Biblia, o Sagradas Escrituras, es el libro santo de la fe cristiana. Su nombre, que procede directamente de la lengua griega y significa literalmente «los libros», indica claramente que ella es la compilación de los libros canónicos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. Los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento abarcan desde la creación del universo y del hombre (libro del Génesis) hasta los últimos profetas escritores (Hageo, Zacarías y Malaquías), y tratan principalmente del desarrollo histórico de la primera promesa de salvación de Dios al hombre caído en pecado (Gn 3:15), principalmente en y a través de la descendencia de Abraham, el pueblo de Israel. El Nuevo Testamento es el conjunto de los veintisiete libros que narran el cumplimiento de la obra de la salvación por el nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión a los cielos de nuestro Señor Jesucristo, así como la enseñanza dada por los Apóstoles hasta el fin del mundo.
Por su antigüedad y por su calidad intrínseca su asombrosa diversidad de géneros, estilos, vocabulario, etc., la Biblia puede ser considerada justicia como uno de los mayores tesoros literarios de la humanidad. Sin embargo, por su contenido y por su propia naturaleza, la Biblia es un libro del todo diferente al resto de las composiciones literarias de los hombres.
La Biblia misma nos da cumplido testimonio de su propia naturaleza. Su origen es de Dios, quien se ha revelado sobrenaturalmente a los hombres muchas veces y de muchas maneras (Nm 12:6-8; Heb 1:1) hacerlo finalmente en la persona de Jesucristo, el Hijo eterno y unigénito del Padre (Heb 1:2; Jn 1:18), el Verbo de Dios (Jn 1:1; Ap 18:13). Para evitar que esta revelación divina se perdiera, Dios la puso por escrito que el Pueblo de Dios pudiera siempre, a lo largo de toda su existencia, tener acceso y recurrir continuamente a ella (Pr 22:17-21). Dios no se quedó al margen de la puesta por escrito de esta revelación por los autores humanos, sino que estos «hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 P 1:21). «Toda Escritura es inspirada por Dios» (2 Ti 3:16): este es el testimonio formal de la Biblia acerca de sí misma, declaración que se extiende a todos los libros tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento (Lc 24:44; 2 P 3:16), así como a todas las palabras que fueron originalmente escritos(Sal 12:7; Mt 5:18; 24:35; Ap 22:18-19). De esta manera, todos los escritos de la Biblia son Palabra de Dios y tienen a Dios por autor (1 Ts 2:13).i Por el hecho de ser lo que es la Palabra de Dios, la Biblia tiene un papel transcendental que los hombres puedan conocer a Dios, sean salvos de sus pecados y puedan disfrutar de él como Padre celestial, tanto en esta vida como en la eternidad. La Palabra es la que da nueva vida espiritual y regenera(Ro 6:17; 1 P 1:23). Lo hace por medio de la fe, que es a su vez el don de Dios y fruto de la Palabra (Ef 2:8; Ro 10:17). Ella es alimento espiritual del alma (1 P 2:2), palabra que vivifica (Sal 119:25, 154), palabra viva y eficaz (Heb 4:12), una palabra poderosa que cumple toda la voluntad de Dios (Is 55:10, 11). Ella enseña certidumbre todo el consejo de Dios (Hch 20:27), el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, o plan de salvación de Dios a los hombres, misterio que había estado oculto por siglos pero que ahora se ha dado a conocer a todas las naciones la plenitud de la revelación de las Escrituras (Col 1:23-27). Los mandamientos de Dios son luz y vida, medicina el alma, el camino seguro gozar de la bendición de Dios (Pr 6:23; 4:20-22; Sal 119:32). Sus promesas son fieles y verdaderas, y el creyente puede aferrarse a las mismas en toda circunstancia, pues Jesucristo es el Sí y Amén de las promesas de Dios (2 Co 1:20). El testimonio universal de los creyentes es que ninguno que creyó y confió en estas palabras fue nunca defraudado o decepcionado por hacerlo (Sal 25:3).
La presente edición de la Biblia completa es una revisión de la Biblia tradicional protestante en lengua castellana, traducida inicialmente en 1569 por Casiodoro de Reina y revisada posteriormente en 1602 por Cipriano de Valera–conocidas respectivamente como la Biblia del Oso y la Biblia del Cántaro, por las ilustraciones de sus portadas–. En el siglo XIX, la antigua versión de Valera conoció varias revisiones, principalmente en 1862 y 1865. Ya en el siglo XX, se publicó otra revisión de la Reina-Valera, conocida posteriormente como la Reina-Valera 1909.
Cien años después, en 2023, la Sociedad Bíblica Trinitaria se complace en presentar a todos los países de habla hispana esta nueva revisión de la Biblia Reina-Valera, cuyo texto base es directamente la versión de 1909. La presente revisión es el resultado del trabajo de un equipo internacional de revisores, que precisamente comenzó su revisión en el año 2009. Todos los libros y capítulos revisados han sido asimismo considerados por comités de lectura de diversos países de habla hispana.
Esta revisión de la Biblia ha tenido como impulso el deseo de ser lo más fiel posible tanto a la filosofía textual como al método de traducción de Reina y Valera. Esto significa, primeramente, mantener la misma base textual que usaron nuestros primeros traductores, el Texto Masorético hebreo y el Texto Recibido griego. Sin lugar a dudas, ellos eran conscientes de lecturas alternativas a dichos textos, provenientes principalmente de la Septuaginta el Antiguo Testamento como de otros manuscritos el Nuevo Testamento; es decir, que estaban al corriente de todo lo que está ahora en la base de la llamada crítica textual contemporánea. Sin embargo, su opción clara y consistente fue la de traducir íntegramente a partir de los textos bíblicos originales, movidos por la convicción de que estos han sido preservados especialmente por Dios a lo largo de la historia y que, por consiguiente, las copias que han llegado hasta ellos y nosotros son auténticas (Mt 5:18; 1 P 1:25).
En cuanto al método de traducción, Reina y Valera proporcionaron una de las traducciones protestantes más literales de la Biblia en el tiempo de la Reforma, especialmente del Antiguo Testamento, donde reprodujeron intactos gran número de hebraísmos del texto original. Asimismo, transliteraron sin traducir el nombre propio de Dios en el Antiguo Testamento como “Jehová”, que traducido significa “el Eterno”, lo cual fue y es una peculiaridad única a la Biblia en español. La presente revisión trata de mantener siempre en la medida de lo posible este carácter de traducción literal de la Biblia Reina-Valera, que hoy se conoce como equivalencia formal, razón por la cual ha sido altamente a preciada tanto en el tiempo de la Reforma como en la actualidad. En aquellas ocasiones donde no nos ha sido posible dar el sentido literal de una palabra, normalmente se ha proporcionado el mismo en nota al pie.
Un rasgo destacado de la presente revisión de la Biblia respecto a otras versiones actuales es la preservación del uso de la letra cursiva, característico del conjunto de las traducciones bíblicas de la Reforma. A diferencia del uso actual corriente, que la emplea hacer hincapié en ciertas palabras o en el uso de extranjerismos, la presente revisión usa la letra cursiva indicar que se han añadido ciertas palabras en español suplir o completar un significado que se encuentra implícitamente en el original. El uso de la letra cursiva es una de las consecuencias del método de equivalencia formal de traducción, pues, al traducir literalmente del idioma original, hay construcciones gramaticales y sintácticas que necesitan el añadido de algunas palabras poder ser expresadas en español. De esta manera, además, el texto original subyacente se encuentra, por así decirlo, siempre a la vista del lector. La letra cursiva fue un recurso que se empleó en las distintas traducciones bíblicas de la época de la Reforma en distintos idiomas así como de las versiones de la Biblia Reina-Valera hasta la RV1909, y la presente revisión la ha preservado emplearla de una manera extensiva, intentando aplicar cuidadosamente un criterio estricto en cuanto a su inclusión.
Por lo demás, la presente revisión ha sido escrupulosamente cuidadosa en tratar de mantener el alto estilo literario y el vocabulario propio de Reina y Valera. Se ha intentado evitar la inclusión de palabras nuevas a las que ellos usaron, lo que gran parte de este trabajo de revisión ha consistido en actualizar y armonizar el lenguaje y la traducción de las palabras. La responsable de esta revisión de la versión Reina-Valera es la Sociedad Bíblica Trinitaria, entidad fundada en el año 1831 en Londres, Gran Bretaña, trabajar en la publicación y distribución de versiones fieles y confiables de las Sagradas Escrituras, sin los libros Apócrifos, en los diversos idiomas del mundo. Su propósito principal es promover la gloria de Dios y la salvación de los hombres, dependiendo de la bendición divina ello. Confiesa la Trinidad y la inspiración e inerrancia de los sesenta y seis libros canónicos de las Escrituras, así como su preservación por Dios en el Texto Masorético hebreo del Antiguo Testamento y en el Texto Recibido griego del Nuevo Testamento.
Con profunda gratitud al Señor, esta revisión de la Biblia se publica la gloria de Dios, la salvación de los pecadores perdidos y la edificación de la Iglesia en todo el Mundo Hispano.
Para más información acerca de la Sociedad Bíblica Trinitaria diríjase a su sitio web oficial.