Apocalipsis
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Apocalipsis capítulo 1
1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por su ángel a su siervo Juan,
2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca.
4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia sea a vosotros y paz, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono,
5 y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre,
6 y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre, a él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo lo verá, y los que lo traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán por causa de él. Sí, amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
9 Yo, Juan, vuestro hermano y participante en la tribulación y en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia, y a Laodicea.
12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candelabros de oro,
13 y en medio de los siete candelabros, a uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
14 Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego;
15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, ardientes como en un horno; y su voz como el ruido de muchas aguas.
16 Y tenía en su diestra siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
17 Y cuando yo lo vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último,
18 y el que vivo y estuve muerto; y he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte.
19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro: Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros que has visto son las siete iglesias.
Apocalipsis capítulo 2
1 Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candelabros de oro, dice estas cosas:
2 Yo conozco tus obras, y tu trabajo, y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que afirman ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos;
3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por mi nombre, y no has desfallecido.
4 Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor.
5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios.
8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el último, el que estuvo muerto y vivió, dice estas cosas:
9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás.
10 No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo ha de enviar a algunos de vosotros a la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venza no recibirá daño de la muerte segunda.
12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice estas cosas:
13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; y retienes mi nombre, y no has negado mi fe, aun en los días en que Antipas fue mi testigo fiel, el cual fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tú tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, el cual enseñaba a Balac a poner tropiezo delante de los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación;
15 así también tú tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, lo cual yo aborrezco.
16 Arrepiéntete, porque de otra manera vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.
17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y escrito en la piedrecita un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, que tiene sus ojos como llama de fuego y sus pies semejantes al bronce bruñido, dice estas cosas:
19 Yo conozco tus obras, y amor, y servicio, y fe, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.
20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque permites a esa mujer Jezabel (que dice ser profetisa) enseñar y seducir a mis siervos a fornicar y a comer cosas ofrecidas a los ídolos.
21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta de su fornicación, y no se ha arrepentido.
22 He aquí, yo la echo en cama, y a los que adulteran con ella en gran tribulación, si no se arrepintieren de sus obras;
23 y mataré a sus hijos con muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriño los riñones y los corazones; y daré a cada uno de vosotros según sus obras.
24 Pero yo os digo a vosotros, y a los demás que estáis en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina y no han conocido las profundidades de Satanás, como dicen: Yo no pondré sobre vosotros otra carga;
25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
26 Y al que venza y guarde mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero, como también yo la he recibido de mi Padre;
28 y le daré la estrella de la mañana.
29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis capítulo 3
1 Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas dice estas cosas: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
2 Sé vigilante y confirma las cosas restantes que están para morir, porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.
3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y has oído, y guárdalo, y arrepiéntete. Porque, si no velares, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.
4 Mas tienes unas pocas personas también en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.
5 El que venza será vestido de blancas vestiduras; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
7 Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, y nadie la puede cerrar; porque tienes poca fuerza, y has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
9 He aquí, yo doy algunos de la sinagoga de Satanás, de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que ellos vengan y se postren delante de tus pies, y sepan que yo te he amado.
10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre todo el mundo, para probar a los que moran sobre la tierra.
11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
12 Al que venza yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo.
13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
14 Y escribe al ángel de la iglesia de los laodicenses: Estas cosas dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
16 Así, por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado y miserable y pobre y ciego y desnudo;
18 yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas, para vestirte y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
21 Al que venza, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo también he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis capítulo 4
1 Después de estas cosas miré, y he aquí, una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que deben suceder después de estas.
2 Y al instante yo estaba en espíritu; y he aquí un trono estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba uno sentado.
3 Y el que estaba sentado era semejante en aspecto a una piedra de jaspe y de sardio; y había un arco iris alrededor del trono, semejante en aspecto a la esmeralda.
4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sobre los tronos a veinticuatro ancianos sentados, vestidos de ropas blancas, y tenían sobre sus cabezas coronas de oro.
5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y siete lámparas de fuego estaban ardiendo delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios.
6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
7 Y el primer ser viviente era semejante a un león; y el segundo ser viviente, semejante a un becerro; y el tercer ser viviente tenía la cara como de hombre; y el cuarto ser viviente era semejante a un águila volando.
8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas alrededor, y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, y que es, y que ha de venir.
9 Y cuando aquellos seres vivientes dan gloria y honra y alabanza al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,
10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:
11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
Apocalipsis capítulo 5
1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos?
3 Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
4 Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado nadie digno de abrir ni de leer el libro, ni de mirarlo.
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores; he aquí que el león de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6 Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra.
7 Y él vino y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido con tu sangre para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era miríadas de miríadas, y millares de millares,
12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, y riquezas, y sabiduría, y fortaleza, y honra, y gloria, y alabanza.
13 Y oí a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y a todas las cosas que están en ellos, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, y la honra, y la gloria, y el poder, por los siglos de los siglos.
14 Y los cuatro seres vivientes decían: Amén. Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
Apocalipsis capítulo 6
1 Y vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes diciendo como con una voz de trueno: Ven y ve.
2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que estaba sentado encima de él tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió victorioso y para vencer.
3 Y cuando él abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: Ven y ve.
4 Y salió otro caballo, rojo; y al que estaba sentado sobre él le fue dado poder para quitar la paz de la tierra, y que se mataran unos a otros; y le fue dada una gran espada.
5 Y cuando él abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: Ven y ve. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que estaba sentado encima de él tenía una balanza en su mano.
6 Y oí una voz en medio de los cuatro seres vivientes que decía: Una medida de trigo por un denario y tres medidas de cebada por un denario, pero no hagas daño al vino ni al aceite.
7 Y cuando él abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: Ven y ve.
8 Y miré, y he aquí un caballo amarillo; y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte, y el Infierno lo seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, y con hambre, y con mortandad, y con las bestias de la tierra.
9 Y cuando él abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.
10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?
11 Y les fueron dadas a cada uno ropas blancas, y les fue dicho que reposaran todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y de sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
12 Y miré cuando él abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de pelo, y la luna se puso como sangre,
13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un gran viento.
14 Y el cielo se apartó como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla fueron removidos de sus lugares.
15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, y los ricos, y los comandantes, y los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono y de la ira del Cordero;
17 porque el gran día de su ira ha llegado, ¿y quién podrá estar firme delante de él?
Apocalipsis capítulo 7
1 Y después de estas cosas vi a cuatro ángeles que estaban de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol.
2 Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol, teniendo el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes les fue dado hacer daño a la tierra y al mar,
3 diciendo: No hagáis daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.
4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.
6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.
7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.
8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
9 Después de estas cosas miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos;
10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece al que está sentado sobre el trono, a nuestro Dios, y al Cordero.
11 Y todos los ángeles estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y se postraron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios,
12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
13 Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
14 Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han venido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero.
15 Por esto están delante del trono de Dios, y lo sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono morará entre ellos.
16 No tendrán más hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno,
17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
Apocalipsis capítulo 8
1 Y cuando él abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
2 Y vi a los siete ángeles que estaban de pie delante de Dios, y les fueron dadas siete trompetas.
3 Y otro ángel vino y se puso delante del altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
4 Y el humo del incienso con las oraciones de los santos subió de la mano del ángel ante Dios.
5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos y voces y relámpagos y un terremoto.
6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron para tocarlas.
7 Y el primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra; y se quemó la tercera parte de los árboles, y se quemó toda la hierba verde.
8 Y el segundo ángel tocó la trompeta, y como un gran monte ardiendo en fuego fue lanzado en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.
9 Y murió la tercera parte de las criaturas que vivían en el mar, y la tercera parte de los navíos fue destruida.
10 Y el tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas.
11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron por las aguas, porque se volvieron amargas.
12 Y el cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas; para que se oscureciera la tercera parte de ellos, y no alumbrara la tercera parte del día, y lo mismo de la noche.
13 Y miré, y oí un ángel volar en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta de los tres ángeles que están por tocar!
Apocalipsis capítulo 9
1 Y el quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y le fue dada la llave del pozo del abismo.
2 Y abrió el pozo del abismo, y del pozo subió humo como el humo de un gran horno; y se oscurecieron el sol y el aire por el humo del pozo.
3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra, y les fue dado poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.
4 Y se les mandó que no hicieran daño a la hierba de la tierra, ni a ninguna cosa verde ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen el sello de Dios en sus frentes.
5 Y les fue dado, no que los mataran, sino que los atormentaran cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre.
6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, y no la hallarán; y desearán morir, y la muerte huirá de ellos.
7 Y el aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; y sobre sus cabezas tenían como coronas que parecían de oro; y sus rostros, como rostros de hombres.
8 Y tenían cabellos como cabellos de mujeres; y sus dientes eran como dientes de leones.
9 Y tenían corazas como corazas de hierro; y el estruendo de sus alas, como el ruido de carros que con muchos caballos corren a la batalla.
10 Y tenían colas semejantes a las de los escorpiones, y tenían en sus colas aguijones; y su poder era de hacer daño a los hombres por cinco meses.
11 Y tienen sobre sí por rey al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego tiene por nombre Apolión.
12 El primer ay ha pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de estas cosas.
13 Y el sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,
14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados en el gran río Éufrates.
15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora y día y mes y año, para matar la tercera parte de los hombres.
16 Y el número del ejército de los jinetes era doscientos millones. Y oí el número de ellos.
17 Y así vi los caballos en visión, y los que estaban sentados sobre ellos, los cuales tenían corazas de fuego, y de jacinto, y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de sus bocas salía fuego y humo y azufre.
18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres: por el fuego, y por el humo, y por el azufre, que salían de la boca de ellos.
19 Porque su poder estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas eran semejantes a serpientes, y tenían cabezas, y con ellas dañaban.
20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas no se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, y de plata, y de bronce, y de piedra, y de madera, las cuales no pueden ver ni oír ni andar;
21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.
Apocalipsis capítulo 10
1 Y vi a otro ángel fuerte descender del cielo, envuelto en una nube, y el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
2 Y tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra,
3 y clamó a gran voz, como cuando un león ruge; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.
4 Y cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir, y oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.
5 Y el ángel que vi de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó su mano al cielo,
6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que ha creado el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no será más.
7 Pero en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios será consumado, como él lo anunció a sus siervos los profetas.
8 Y la voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito abierto de la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
9 Y fui al ángel, diciéndole: Dame el librito. Y él me dijo: Toma y devóralo; y él te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
10 Y tomé el librito de la mano del ángel, y lo devoré; y era dulce en mi boca como la miel; pero cuando lo hube devorado, se amargó mi vientre.
11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez a muchos pueblos y naciones y lenguas y reyes.
Apocalipsis capítulo 11
1 Y me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
2 Y excluye el patio que está fuera del templo, y no lo midas, porque es dado a los gentiles; y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
3 Y yo daré a mis dos testigos que profeticen, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de saco.
4 Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Dios de la tierra.
5 Y si alguno quisiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos y devora a sus enemigos; y si alguno les quisiere hacer daño, debe morir él de la misma manera.
6 Estos tienen potestad de cerrar el cielo para que no llueva en los días de su profecía, y tienen potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quieran.
7 Y cuando ellos hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará.
8 Y sus cuerpos serán echados en la calle principal de la gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
9 Y los de los pueblos, y las tribus, y las lenguas, y las naciones verán sus cuerpos por tres días y medio, y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en sepulcros.
10 Y los moradores de la tierra se gozarán por causa de ellos, y se alegrarán, y se enviarán presentes unos a otros, porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.
11 Y después de tres días y medio, el Espíritu de vida enviado de Dios entró en ellos, y se pusieron en pie, y cayó gran temor sobre los que los vieron.
12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: ¡Subid acá! Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron.
13 Y en aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad cayó, y murieron en el terremoto siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.
14 El segundo ay pasó; y he aquí, el tercer ay vendrá pronto.
15 Y el séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y reinará por los siglos de los siglos.
16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios,
17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder y has reinado.
18 Y se airaron las naciones; y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto fue vista en su templo. Y hubo relámpagos y voces y truenos y terremotos y granizo grande.
Apocalipsis capítulo 12
1 Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.
2 Y estando embarazada, clamaba con dolores de parto y sufría angustias por dar a luz.
3 Y apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas, siete diademas.
4 Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las echó sobre la tierra. Y el dragón se puso frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo cuando lo hubiera dado a luz.
5 Y ella dio a luz un hijo varón, que había de regir todas las naciones con vara de hierro; y su hijo fue arrebatado para Dios y su trono.
6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.
7 Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón; y luchó el dragón y sus ángeles,
8 mas no prevalecieron ni se halló más su lugar en el cielo.
9 Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
10 Y oí una gran voz en el cielo que decía: Ahora ha venido la salvación, y el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
11 Y ellos lo han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio, y no han amado sus vidas hasta la muerte.
12 Por lo cual alegraos, cielos y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
13 Y cuando el dragón vio que él había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
14 Y fueron dadas a la mujer dos alas de gran águila, para que volara de la presencia de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
15 Y la serpiente echó de su boca, tras la mujer, agua como un río, a fin de hacer que fuera arrastrada por el río.
16 Y la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca.
17 Entonces el dragón se airó contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.
Apocalipsis capítulo 13
1 Y yo estaba en pie sobre la arena del mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas, y sobre las cabezas de ella, un nombre de blasfemia.
2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies eran como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder, y su trono, y gran potestad.
3 Y vi una de sus cabezas como herida de muerte, y su herida mortal fue curada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia.
4 Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia, y quién podrá luchar contra ella?
5 Y le fue dada boca para hablar grandes cosas y blasfemias; y le fue dada autoridad para actuar por cuarenta y dos meses.
6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y a los que moran en el cielo.
7 Y le fue dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También le fue dada autoridad sobre toda tribu y lengua y nación.
8 Y la adoraron todos los que moran en la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo.
9 Si alguno tiene oído, oiga.
10 El que lleva en cautividad, en cautividad va; el que a espada mata, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.
11 Y vi otra bestia que subía de la tierra, y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón.
12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus moradores adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue curada.
13 Y hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres.
14 Y engaña a los moradores de la tierra a causa de las señales que le ha sido dado hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tiene la herida de espada y vivió.
15 Y se le concedió dar espíritu a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hablara e hiciera morir a todos los que no adoren la imagen de la bestia.
16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les pusiera una marca en su mano derecha o en sus frentes;
17 y que nadie pudiera comprar o vender, sino el que tuviera la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.
18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, porque es número de hombre; y el número de ella es seiscientos sesenta y seis.
Apocalipsis capítulo 14
1 Y miré, y he aquí el Cordero estaba sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes.
2 Y oí una voz del cielo como ruido de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y oí un sonido de arpistas que tañían con sus arpas.
3 Y cantaban como un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron comprados de entre los de la tierra.
4 Estos son los que no fueron contaminados con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que vaya. Estos fueron comprados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero.
5 Y en sus bocas no ha sido hallado engaño, pues ellos son sin mácula delante del trono de Dios.
6 Y vi a otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo,
7 diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle honra, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad al que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.
8 Y otro ángel lo siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, aquella gran ciudad, porque ella ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y toma la marca en su frente o en su mano,
10 este también beberá del vino de la ira de Dios, el cual ha sido preparado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero.
11 Y el humo del tormento de ellos sube por los siglos de los siglos. Y los que adoran a la bestia y a su imagen no tienen reposo de día ni de noche, ni cualquiera que reciba la marca de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
13 Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
14 Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro y en su mano una hoz aguda.
15 Y otro ángel salió del templo, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz y siega, porque la hora de segar te ha llegado, porque la mies de la tierra está madura.
16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
17 Y salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y clamó con gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda y vendimia los racimos de la tierra, porque están maduras sus uvas.
19 Y el ángel metió su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó la uva en el gran lagar de la ira de Dios.
20 Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó hasta los frenos de los caballos por unos mil seiscientos estadios.
Apocalipsis capítulo 15
1 Y vi otra señal en el cielo, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras, porque en ellas es consumada la ira de Dios.
2 Y vi como un mar de vidrio mezclado con fuego, y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, y sobre su imagen, y sobre su marca, y sobre el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, teniendo arpas de Dios.
3 Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?, porque sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus juicios se han manifestado.
5 Y después de estas cosas miré, y he aquí el templo del tabernáculo del testimonio fue abierto en el cielo;
6 y salieron del templo los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, quien vive por los siglos de los siglos.
8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios y por su poder; y nadie podía entrar en el templo, hasta que fueran consumadas las siete plagas de los siete ángeles.
Apocalipsis capítulo 16
1 Y oí una gran voz desde el templo que decía a los siete ángeles: Id y derramad las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra.
2 Y el primero fue y derramó su copa sobre la tierra, y se produjo una llaga perniciosa y maligna sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen.
3 Y el segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de muerto; y toda alma viviente murió en el mar.
4 Y el tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas;
6 por cuanto ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre, pues lo merecen.
7 Y oí a otro que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
8 Y el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y le fue dado quemar a los hombres con fuego.
9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
10 Y el quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas, y se mordían sus lenguas de dolor;
11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras.
12 Y el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y el agua de él se secó para que fuera preparado el camino de los reyes del oriente.
13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos semejantes a ranas;
14 porque son espíritus de demonios que hacen señales para ir a los reyes de la tierra y de todo el mundo, para congregarlos para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus vestiduras, para que no ande desnudo y vean su vergüenza.
16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
17 Y el séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
18 Entonces hubo voces y truenos y relámpagos; y hubo un gran terremoto, un terremoto tan grande cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su ira.
20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
21 Y cayó del cielo sobre los hombres un granizo grande como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo, porque su plaga fue muy grande.
Apocalipsis capítulo 17
1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas;
2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.
3 Y me llevó en espíritu al desierto, y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos.
4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y adornada con oro y con piedras preciosas y con perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación;
5 y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
6 Y vi a la mujer embriagada de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.
7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos.
8 La bestia que has visto era y no es, y ha de subir del abismo, e ir a perdición; y los moradores de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, aunque es.
9 Y aquí está la mente que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales se sienta la mujer,
10 y son siete reyes. Cinco han caído, uno es y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.
11 Y la bestia que era y no es, es también el octavo, y es de los siete, y va a perdición.
12 Y los diez cuernos que has visto son diez reyes que aún no han recibido reino; pero tomarán autoridad por una hora como reyes con la bestia.
13 Estos tienen un mismo propósito, y darán su poder y autoridad a la bestia.
14 Ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados, y elegidos, y fieles.
15 Y él me dijo: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta son pueblos, y multitudes, y naciones, y lenguas.
16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda, y comerán sus carnes, y la quemarán con fuego;
17 porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar su propósito, y que tengan un mismo propósito, y dar su reino a la bestia hasta que sean cumplidas las palabras de Dios.
18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que tiene su reino sobre los reyes de la tierra.
Apocalipsis capítulo 18
1 Y después de estas cosas vi a otro ángel descender del cielo teniendo gran poder y la tierra fue alumbrada con su gloria.
2 Y clamó con fuerza a gran voz, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha convertido en habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y guarida de toda ave inmunda y aborrecible.
3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación, y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con el poder de sus deleites.
4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados y para que no recibáis de sus plagas;
5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.
6 Pagadle como ella os ha dado, y devolvedle el doble según sus obras; en el cáliz que ella os dio a beber, dadle a beber el doble.
7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto, porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto.
8 Por lo cual, en un solo día vendrán sus plagas: muerte, y llanto, y hambre, y será quemada con fuego, porque el Señor Dios que la juzga es fuerte.
9 Y la llorarán, y se lamentarán sobre ella los reyes de la tierra, que han fornicado con ella y han vivido en deleites, cuando ellos vean el humo de su incendio,
10 estando lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una sola hora vino tu juicio!
11 Y los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan sobre ella, porque nadie compra más sus mercaderías:
12 mercadería de oro, y de plata, y de piedras preciosas, y de perlas, y de lino fino, y de púrpura, y de seda, y de escarlata, y de toda madera olorosa, y de todo objeto de marfil, y de todo objeto de madera preciosa, y de cobre, y de hierro, y de mármol;
13 y canela, e incienso, y ungüentos, y olíbano, y vino, y aceite, y flor de harina, y trigo, y bestias, y ovejas; y de caballos, y de carros, y de esclavos, y almas de hombres.
14 Y el fruto del deseo de tu alma se apartó de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás.
15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pondrán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentándose,
16 y diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino y de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro y de piedras preciosas y de perlas!
17 Porque en una sola hora ha sido destruida tanta riqueza. Y todo piloto, y toda la multitud que viaja en naves, y los marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pusieron lejos;
18 y viendo el humo de su incendio dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?
19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentándose, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la que todos los que tenían navíos en el mar se habían enriquecido de su opulencia; porque en una hora ha sido desolada!
20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos apóstoles y profetas, porque Dios ha juzgado vuestra causa contra ella.
21 Y un ángel fuerte tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la echó en el mar, diciendo: Así con violencia será derribada Babilonia, aquella gran ciudad, y nunca más será hallada.
22 Y sonido de arpistas, y de músicos, y de flautistas, y de trompetistas, no será oído más en ti; y ningún artífice de cualquier oficio será hallado más en ti; y el sonido de piedra de molino no será oído más en ti.
23 Y luz de lámpara no alumbrará más en ti; ni voz de esposo ni de esposa será oída más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra, porque en tus hechicerías todas las naciones fueron engañadas.
24 Y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos y de todos los que han sido muertos en la tierra.
Apocalipsis capítulo 19
1 Después de estas cosas oí una gran voz de una gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y gloria y honra y poder al Señor nuestro Dios.
2 Porque sus juicios son verdaderos y justos; porque él ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.
3 Y otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y su humo subió por los siglos de los siglos.
4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado sobre el trono, diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya!
5 Y salió una voz del trono, que decía: Load a nuestro Dios todos sus siervos, y los que lo teméis, así pequeños como grandes.
6 Y oí como la voz de una gran multitud, y como el ruido de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decían: ¡Aleluya!, porque el Señor, nuestro Dios Todopoderoso, reina.
7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado.
8 Y le fue dado que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino son las justificaciones de los santos.
9 Y él me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas palabras de Dios son verdaderas.
10 Y yo me eché a sus pies para adorarlo. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
11 Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
12 Y sus ojos eran como llama de fuego, y tenía sobre su cabeza muchas diademas, y tenía un nombre escrito que nadie conocía sino él mismo.
13 Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y su nombre se llama EL VERBO DE DIOS.
14 Y los ejércitos que están en el cielo lo seguían en caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio.
15 Y de su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
17 Y vi a un ángel que estaba de pie en el sol, y clamó con gran voz, diciendo a todas las aves que volaban en medio del cielo: Venid, y congregaos para la cena del gran Dios,
18 para que comáis carnes de reyes y de comandantes, y carnes de fuertes, y carnes de caballos y de los que están sentados sobre ellos; y carnes de todos, libres y siervos, pequeños y grandes.
19 Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, congregados para hacer guerra contra el que estaba sentado sobre el caballo y contra su ejército.
20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho las señales delante de ella, con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y adoraron su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego ardiendo con azufre.
21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que estaba sentado sobre el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.
Apocalipsis capítulo 20
1 Y vi a un ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo y una gran cadena en su mano.
2 Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años;
3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso sello sobre él, para que no engañara más a las naciones hasta que mil años fueran cumplidos; y después de esto es necesario que sea desatado por un poco de tiempo.
4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y les fue dado hacer juicio; y vi las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
5 Mas los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
7 Y cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,
8 y saldrá para engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de congregarlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.
9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y descendió de Dios fuego del cielo y los devoró.
10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y no fue hallado lugar para ellos.
12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, que estaban de pie delante de Dios, y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, el cual es el de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
13 Y el mar dio los muertos que estaban en él, y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
14 Y la muerte y el infierno fueron lanzados en el lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
15 Y el que no fue hallado inscrito en el libro de la vida fue lanzado en el lago de fuego.
Apocalipsis capítulo 21
1 Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existía más.
2 Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
4 Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.
5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe, porque estas palabras son verdaderas y fieles.
6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin. Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
7 El que venza heredará todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
8 Mas para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, y para los idólatras, y para todos los mentirosos, su parte será en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
9 Y vino a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
10 Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
11 teniendo la gloria de Dios; y su fulgor era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, resplandeciente como el cristal.
12 Y tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas, doce ángeles, y nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel.
13 Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, al occidente tres puertas.
14 Y el muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y en ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15 Y el que hablaba conmigo tenía una caña de medir de oro para medir la ciudad, y sus puertas, y su muro.
16 Y la ciudad está dispuesta como un cuadrado, y su longitud es tanta como su anchura; y él midió la ciudad con la caña: doce mil estadios; la longitud y la anchura y la altura de ella son iguales.
17 Y midió su muro: ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.
18 Y el material de su muro era de jaspe, mas la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio puro.
19 Y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer fundamento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda;
20 el quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisoprasa; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
21 Y las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una perla. Y la calle principal de la ciudad era de oro puro como vidrio transparente.
22 Y no vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso es su templo, y el Cordero.
23 Y la ciudad no tenía necesidad de sol ni de luna que resplandezcan en ella, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero era su lumbrera.
24 Y las naciones de los que hayan sido salvos andarán en la luz de ella, y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
25 Y sus puertas nunca serán cerradas de día, porque allí no habrá noche.
26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda ni el que hace abominación y mentira, sino solamente los que están escritos en el libro de la vida del Cordero.
Apocalipsis capítulo 22
1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.
2 En medio de la calle principal de la ciudad, y a uno y a otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
3 Y no habrá más maldición, sino que el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos lo servirán.
4 Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
5 Y allí no habrá más noche; y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará, y reinarán por los siglos de los siglos.
6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor Dios de los santos profetas ha enviado a su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que tienen que suceder pronto.
7 Y he aquí, vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
8 Yo, Juan, soy el que ha oído y visto estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
9 Y él me dijo: Mira, no lo hagas, porque yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.
10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, sea justificado todavía; y el que es santo, sea santificado todavía.
12 Y he aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
13 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, el primero y el último.
14 Bienaventurados los que practican sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida y entren por las puertas en la ciudad.
15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, y los fornicarios, y los homicidas, y los idólatras, y todo aquel que ama y practica la mentira.
16 Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente y de la mañana.
17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.
18 Porque yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios añadirá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro.
20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén. Sí, ven, Señor Jesús.
21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
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